La declaración de Zonas Vulnerables por contaminación de nitratos es uno de los mayores retos a los que se enfrentan hoy los agricultores de Castilla-La Mancha. No es un simple trámite: supone restricciones severas en el uso de fertilizantes nitrogenados, controles exhaustivos y, en muchos casos, un coste añadido que amenaza la rentabilidad de las explotaciones.
Este problema afecta de lleno a la provincia de Albacete, especialmente en comarcas agrícolas como La Manchuela, Hellín, Villarrobledo o los Campos de Almansa, donde cada vez más masas de agua están declaradas en mal estado químico.
Cómo impacta la normativa en Castilla-La Mancha
Estar dentro de una Zona Vulnerable implica que cualquier explotación agrícola debe cumplir una serie de obligaciones muy estrictas:
- Reducción drástica de las dosis de nitrógeno.
- Prohibición de abonar en determinadas épocas del año.
- Obligación de llevar un Plan de Gestión de Nutrientes aprobado.
- Control permanente sobre las aplicaciones, con registros detallados.
- Riesgo real de perder parte de las ayudas de la PAC, especialmente en lo relacionado con los ecorregímenes.
En este contexto, los agricultores se ven obligados a adaptar su gestión y, además, a cumplir con el exigente cuaderno de campo digital, otra herramienta de control que ha pasado de ser una recomendación a una imposición legal.
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Datos preocupantes en Albacete y Castilla-La Mancha
El último informe de aguas subterráneas publicado por la Junta no deja lugar a dudas:
- Más del 45% de la superficie agrícola de Albacete está ya bajo régimen de Zona Vulnerable.
- Municipios como Villarrobledo, Almansa, Hellín y La Manchuela superan ampliamente los 50 mg/l de nitratos, el límite legal.
- Algunas masas de agua, como la de La Mancha Oriental, llegan a picos de 80 mg/l, lo que agrava la situación.
Además, la presión europea exige a España que aumente aún más las restricciones si no consigue reducir estos niveles en los próximos años.
Qué exige la normativa a los agricultores
Los agricultores en Zonas Vulnerables deben cumplir, de forma obligatoria:
- Planes de fertilización nitrogenada ajustados y justificados.
- Prohibición total de aplicar nitratos en determinadas fechas, coincidiendo con épocas de mayor riesgo de lixiviación.
- Zonas de protección obligatorias, que impiden aplicar fertilizantes cerca de cursos de agua, pozos o zonas inundables.
- Cumplimiento estricto del cuaderno de campo digital y de los controles ligados a la PAC.
Además, se suma la obligación de asistir a formaciones periódicas, mantener registros digitales y estar disponible para inspecciones no anunciadas.
La voz del campo: hartazgo y asfixia normativa
Las organizaciones agrarias no han tardado en alzar la voz. Desde ASAJA Castilla-La Mancha aseguran que la situación es «insostenible», y que “la normativa se ha convertido en una trampa burocrática que criminaliza al agricultor”.
Por su parte, UPA y COAG denuncian que la Administración está imponiendo cargas desproporcionadas sin ofrecer alternativas reales para los agricultores familiares. Mientras tanto, otros sectores, como el industrial o el urbano, siguen contaminando sin apenas controles ni restricciones.
Qué explotaciones son las más perjudicadas
Las explotaciones más afectadas por las Zonas Vulnerables son:
- Agricultores de cultivos intensivos, como cereal, maíz, forrajes y hortícolas.
- Ganaderías con aplicación de estiércoles o purines, que ahora tienen límites mucho más estrictos.
- También el olivar y viñedo, aunque en menor medida, deben ajustar sus abonados si usan nitrógeno mineral.
Esto se suma al desafío que supone la adaptación al modelo de ecorregímenes de la PAC, otro de los grandes quebraderos de cabeza para el campo manchego.
Hacia dónde va la normativa: futuro incierto y más restricciones
La tendencia es clara: en los próximos años, la Junta de Castilla-La Mancha y el Ministerio de Agricultura ampliarán las Zonas Vulnerables si no se reducen los niveles actuales de nitratos.
Eso supondrá:
- Menos fertilizantes permitidos.
- Más zonas prohibidas para el abonado.
- Y, previsiblemente, una mayor digitalización y control a través de drones, sensores y teledetección satelital.
El agricultor se enfrenta a un escenario en el que producir alimentos será cada vez más complejo, más caro y más condicionado por la burocracia.